Entre Bogotá y la Sabana: 20 puentes que transforman el transporte
Se van a construir 20 nuevos puentes estratégicos en la región Bogotá-Cundinamarca. Este ambicioso plan, con inversión de más de 16,4 billones de pesos, se articula con el proyecto del Regiotram del Norte, buscando transformar la movilidad regional y descongestionar pasos clave.
La apuesta no es menor: los nuevos puentes incluirán estructuras vehiculares, peatonales y férreas, distribuidas en puntos estratégicos para conectar municipios como Zipaquirá, Cajicá, Chía y Bogotá.  La idea es crear un corredor de transporte moderno, con conexión más directa y fluida una alternativa real para quienes hoy sufren trancones, demoras o rutas largas. 
Este plan se enlaza con el Regiotram del Norte, un proyecto que planea 50 km de traza segregada, 17 estaciones 11 en Bogotá, 1 en Chía, 3 en Cajicá y 2 en Zipaquirá y transporte 100 % eléctrico.  Con los puentes y la red férrea integrada, se busca movilizar hasta 187.000 pasajeros diarios, facilitando desplazamientos hacia y desde la capital. 
¿Por qué es tan relevante? Porque este tipo de infraestructuras no solo conectan puntos geográficos: conectan familias, trabajos, oportunidades, tiempo y calidad de vida. Un corredor vial eficiente puede significar menos horas en el tráfico, más oportunidades de desarrollo y mejor distribución de servicios.
Además, este proyecto tiene un enfoque serio hacia la sostenibilidad: al promover un transporte público eléctrico y reducir emisiones, se alinea con metas ambientales para la región.  No se trata solo de movilidad: se trata de construir una región más moderna, conectada y responsable con el medio ambiente.
Si todo avanza como está planeado, la concesión del proyecto arrancaría en 2027, las obras iniciarían en 2029, y la operación comercial empezaría en 2034.  Por eso, vale la pena mirar este plan como una transformación de largo plazo una apuesta seria por un futuro más fluido, menos congestionado, más conectado.
Para quienes vivimos en Bogotá o en municipios cercanos, esta iniciativa representa esperanza. Esperanza de movilidad real, de accesos dignos, de ahorro de tiempo, de menos estrés en los desplazamientos. Sueño con bajar de un tren en Zipaquirá, Chía o Cajicá, cruzar un puente moderno y llegar en menos de lo que hoy toma un embotellamiento.
Si este proyecto se materializa, será una victoria para la región, para la gente, para quienes día a día luchan contra el tráfico. Y demuestra que invertir en infraestructura no es lujo es necesidad, progreso y bienestar.
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