El legado del Papa Francisco en la lucha contra la desigualdad global y la economía

Hoy, el mundo despide al papa Francisco, un líder religioso cuya influencia trascendió los límites de la Iglesia Católica y se extendió a las más profundas estructuras del sistema económico global. Desde el inicio de su papado en 2013, el Papa se distinguió por sus firmes posturas contra las desigualdades económicas y su incansable lucha por una economía más justa y humana. Su legado, indudablemente, quedará marcado por su incansable crítica al sistema financiero global y su propuesta de lo que él denominó “La economía de Dios”.

A lo largo de los años, fue una de las voces más incisivas en cuestionar el orden económico mundial. En un mundo donde la especulación financiera y la acumulación desmedida de riqueza profundizan las brechas sociales, el Papa no se quedó callado. En lugar de conformarse con ser un espectador, asumió un papel proactivo, denunciando los excesos del «capitalismo salvaje» y la cultura del descarte que coloca el dinero por encima de la dignidad humana.

Se convirtió en un abanderado de la «economía de Dios», una propuesta contracultural basada en valores profundamente evangélicos: humildad, justicia, reconciliación y fidelidad. Para él, el sistema económico debía reflejar estos principios divinos, alejándose de la fría lógica del mercado y los intereses financieros. Su lucha fue clara: «La economía no debía ser esclava de la especulación financiera ni de los algoritmos impersonalizados, sino que debía estar al servicio de las personas».

En uno de sus mensajes más resonantes, el Papa dijo: «Una economía que mata es una economía que pone el dinero por encima de las personas». Estas palabras, que marcaron su papado, reflejaron su crítica constante al modelo económico vigente, que, según él, había generado un desequilibrio que incrementaba la desigualdad global y excluía a los más necesitados. Francisco no solo denunció estos males, sino que también propuso un modelo alternativo: una economía que fomente la inclusión, la solidaridad y la justicia.

A pesar de sus esfuerzos y llamados a la acción, los cambios estructurales fueron limitados. Las críticas a la economía global del Papa incomodaron a actores poderosos, tanto dentro como fuera del Vaticano, y no lograron una transformación radical en las instituciones financieras globales. Sin embargo, su mensaje sigue vivo y resonando más allá de su tiempo, como un desafío a todos aquellos que, en su búsqueda insaciable de riqueza, olvidan el valor de la dignidad humana y la justicia social.

Hoy, en su partida, el papa Francisco deja un legado que perdurará como un recordatorio constante de la necesidad urgente de una economía más humana, donde las personas estén por encima del capital.

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